Disbabelia (Number 1 – Year 2000)

ISBN: 84-8448-011-9 – Nº 1/2000
EDITA: Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial

ANÓNIMO
Daurel y Betón.
Cantar de gesta occitano del siglo XIII

Traducción, introducción y notas de JESÚS RODRÍGUEZ VELASCO

De autor desconocido, Daurel y Betón será, para siempre, una de las obras más intrigantes del escaso caudal narrativo que nos ofrece el occitano medieval. Y si es imposible llegar a saber a quién se debe esta obra, no menos difícil es intentar descubrir la fecha aproximada en que se pudo componer. Los dos términos en discordia son los propuestos por Robert Lafont (1996) o Kimmel (1971 y 1974), que presumen una datación temprana, tal vez mediados avanzados del siglo XII, y por Charmaine Lee (1984 y 1991), que considera más bien que la obra pudo componerse durante el primer cuarto del siglo XIII. Las circunstancias, en uno y otro caso, son radicalmente diferentes: de la edad de oro de la poesía occitana, pasamos a un período de crisis, marcado por un fuerte sentimiento arqueológico; de un período de expansiones y fragmentaciones políticas, pasamos al deseo de dominación que empieza a ejercer el reino de Francia sobre el midi, los territorios de dialectos occitanos. Las preguntas son demasiadas, y aquí intentaremos tan sólo exponer algunas de las más importantes.

 


JESÚS RODRÍGUEZ VELASCO es doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y Profesor Titular de Universidad en la Facultad de Filología de la misma Universidad. Es autor de varios libros, entre los que se cuenta una edición y prólogo del Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalbo (Madrid, Turner/Biblioteca Castro, 1997), y de numerosos artículos. Conferenciante en varias universidades españolas y extranjeras. Coordinador general del Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Salamanca. Traductor.


 

 

PREFACIO
De lenguas, literaturas y traducciones, o de lo «ilimitado de lo ignoto»
 
 
Nuestro proyecto Hermēneus -se nos ocurre- fue concebido no ha mucho en la Facultad de Traducción e Interpretación de Soria de la Universidad de Valladolid como si de un pequeño trébol se tratase: la hierba, sin duda, de significado más audaz (uno y trino), símbolo de una isla verde de Reyes y Santos, tierra-refugio de la magia, la poesía, la música, la imaginación, la leyenda y el mito como ninguna otra bajo el roble, el sol y la luna; bastión extremo de una cultura imprescindible, sufrida, indestructible, sentimental y única.

Como tal fue concebido -un sólo tallo, pero tres hojas- nuestra revista de investigación Hermēneus de traducción e interpretación, ya nacida; Vertere, nuestra colección de volúmenes monográficos anejos a la revista, ya nacida; y desde este libro que ocupa su atención, querido lector o amada lectora, nuestra tercera hoja -la más tierna y débil por el momento- nuestra colección Disbabelia de traducciones ignotas, aún con dolores de parto.

Pero, ¿no hay quien dice que existen tréboles de cuatro hojas, y además que son muy seguros proveedores de buena fortuna? Es cierto, muy cierto. Es posible que a nuestro proyecto Hermēneus le surja la dicha de una cuarta hoja en un futuro, pero no adelantemos acontecimientos. Cada cosa a su tiempo.

 
Lenguas, literaturas y traducciones

Parece un hecho indiscutible que las lenguas que el hombre crea tienen la mala costumbre de perderse. Así lo hicieron en el pasado, como el conocimiento de los nombres y, tal vez, de los restos, de tantas lenguas que ya nadie emplea lo demuestra, y así lo siguen haciendo en la actualidad, como parece ser el caso dramático de tantas lenguas africanas, amerindias o australianas, o incluso europeas, como es el caso de la familia celta antes sugerida. El hombre no ha aprendido todavía a parar este proceso, tan catastrófico para sí mismo por razones demasiado obvias.

El gran lingüista, J.C. Catford, en su clásico A Linguistic Theory of Translation reclama que la teoría de la traducción ha de ser estudiada como una ramificación de la Lingüística comparada, y que, por lo tanto, toda distinción fruto de comparaciones sincrónicas o diacrónicas es del todo irrelevante. Se puede traducir desde cualquier lengua o dialecto hacia cualquier otro relacionado o no relacionado estructural o tipológicamente. No importa, igualmente, cuánto de alejados -temporal, social o espacialmente- se encuentren ambos códigos lingüísticos.

Pero cada lengua no es sólo una lengua, que ya sería mucho. Cada lengua expresa lo mejor de una cultura, y dentro de lo que representa el genio único de cada cultura, sus textos literarios orales o escritos encierran, tal vez, lo mejor de sí mismas. Todos los pueblos conocidos del pasado y del presente han dado lugar a lenguas muy sofisticadas que han sido cauce de literaturas irrepetibles.

Pero al igual que las lenguas, las culturas y las literaturas también se pierden cada día y casi a nuestro alrededor. Los esfuerzos heroicos de los antropólogos culturales defensores de las últimas comunidades tribales de nuestro mundo que aún pueblan y comparten nuestro tiempo así lo atestiguan, aunque el público receptor de sus avisos sea tan reducido.

Las muchas esperanzas que hemos depositado, con toda ilusión, en nuestra colección Disbabelia se resumen en dar a conocer y acostumbrar a lo ignoto en español, promocionar lenguas, literaturas y culturas poco conocidas -o totalmente desconocidas- en nuestro ámbito cotidiano; en abrir ventanas o, si fuera necesario, boquetes agresivos en las paredes individuales o muros públicos de la incomunicación, y arriesgarnos a lo desconocido y diferente.

Pero no nos preocupemos: la comunicación está garantizada. Ya hemos estudiado en un párrafo que la traducción no conoce límites; pero, además, sabemos, gracias a René Wellek y Austin Warren, ilustres teóricos de la literatura, que, al igual que la humanidad o el arte, la literatura es UNA, es patrimonio de todas las culturas y de cada una de ellas, tiene algo que decir a todas las mujeres y todos los hombres predispuestos a ella por encima de lejanías temporales o espaciales. Disbabelia promete ayudarles.

Comenzamos con el occitano o provenzal medieval, y seguiremos con el chino, el yakuto, el latín medieval, el portugués de Mozambique, el lituano, el griego moderno, el búlgaro, el alemán del exilio, el afrikaans, el árabe, etc. Cada cosa a su tiempo.

Juan Miguel Zarandona

 
 
 
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