Disbabelia (Volume 21 – Année 2017)

ISBN: 978-84-8448-916-0 – Nº 21/2017
EDITA: Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial

LEYENDO A ANNA AJMÁTOVA:
Réquiem y Poema sin héroe.
50 aniversario de la muerte de Anna Ajmátova

Traducción, introducción y notas de Ester Rabasco Macías

Anna Ajmátova (1889-1966) concibió y elaboró Réquiem (Реквием, 1935-1940) y Poema sin héroe (Поэма без героя, 1940-1962), en un contexto y desde un subtexto muy específicos. Por este motivo, el lector que no posea un profundo conocimiento de la autora, de la tradición literaria, así como del folclore, la cultura, la sociedad, la historia o la política de la Rusia prerrevolucionaria y de la URSS, difícilmente podrá darles una coherencia y cohesión a estas obras y, mucho menos, una interpretación personal. En esta edición, ofrecemos las traducciones de ambas obras acompañadas de pertinentes comentarios (que incluyen numerosas traducciones de poesía y prosa de varios autores rusos), con las intención de guiar al lector y facilitarle la interpretación de ambos poemas. El 5 de marzo de 2016 se cumplió medio siglo del fallecimiento de Anna Ajmátova, por lo que esperamos que esta publicación amplíe el prolongado eco de esta autora, muy traducida pero no siempre comprendida.


 

 

PRÓLOGO
 
SER POETA EN RUSIA
  Поэт в России больше, чем поэт.
Ser poeta, en Rusia, es más que ser poeta.

(Yevtushenko)
 
 
 
El nombre de Anna Ajmátova solo es uno entre muchos otros nombres que forman el Martirologio de la literatura rusa, aún por escribir, que se inicia con el protopope Avvakum (quemado vivo, 1682), siguiendo con Alexandr Radíschev (suicidio, 1802), Kondrati Ryléiev (ajusticiado en la horca, 1826), Vsévolod Garshin (suicidio, 1888), Fiódor Dostoievski (pena capital conmutada por cuatro años de trabajos forzados en Siberia), etc. Pero el más cruel, sin duda, fue el siglo XX, «el siglo fiera», como lo calificó en su día Mandelshtam, especialmente en su primera mitad. Es interminable la lista de escritores, poetas, directores teatrales, intelectuales en general, que sufrieron persecuciones y destierros, consumieron sus vidas en cárceles y campos de trabajos, o fueron fusilados en los sótanos de la Lubianka. Sus nombres nunca deberían ser olvidados: los poetas Serguéi Yesenin y Vladímir Maiakovski (suicidios en extrañas circunstancias, 1925, 1930); Osip Mandelshtam (muerto en el gulag, 1938), Serguéi Efrón (fusilado, 1941), su mujer Marina Tsvetáieva (suicidio, 1941), la hija de ambos Ariadna Efrón (ocho años de gulag); Nikolái Gumiliov, marido de Ajmátova (fusilado, 1921); el hijo de ambos Lev Gumiliov (diez años de gulag); el escritor Varlam Shalámov (dieciocho años de gulag), el director teatral Vsévolod Meyerhold (fusilado,1940), el premio Nóbel Alexandr Solzhenitsyn (ocho años de gulag); persecución, acoso y derribo de los premios Nóbel Borís Pasternak e Yósif Brodski, del poeta Alexandr Gálich, y de la propia Ajmátova, etc., etc.

Esta estremecedora lista negra encabeza el presente prólogo ya que resulta imprescindible para comprender la época que le toco vivir a Anna Ajmátova, para sumergirse en la atmósfera de miedo, angustia y zozobra que envolvía todos y cada uno de los días y las noches de la vida no sólo de Ajmátova, sino de todo el inmenso país. Esa atmósfera que Ajmátova supo reflejar de forma dramática y poética en su obra maestra Réquiem, donde los planos del autor y del país corren paralelos y, finalmente, infringiendo todas las reglas de geometría, se cruzan, se entrelazan y se funden en un solo plano: Rusia, Mater Dolorosa, llora la pérdida de millones de sus hijos, encarnada en «esa mujer, sola y enferma, el marido en tumba y el hijo en la trena».

El segundo objeto de estudio en la presente monografía, Poema sin héroe, estuvo madurando en la mente de la autora durante varios años y abarca un período cronológico anterior al de Réquiem, años de una vida personal y social despreocupada y bulliciosa, recuerdos de tiempos y amigos ya desaparecidos.

Poema sin héroe se nos presenta como una superposición de planos de tiempo y espacio, remembranzas, visiones oníricas, personajes reales y grotescos, espectros y sombras vivientes, máscaras y visitantes del pasado y del futuro, todo ello codificado en formas poéticas innovadoras, modernistas, alusivas a hechos y vivencias personales, acontecimientos y personajes de su círculo más íntimo.

Tiempo y espacio carecen de unas fronteras rígidas, fluyen, se trasvasan de uno a otro como vasos comunicantes. El concepto de espacio, su “topos” y sus fronteras interna -la del individuo y sus limitaciones-, y externa -la que irrumpe e invade el espacio interno del individuo-, forman un todo indivisible. Otro elemento axial de Poema sin héroe lo constituye la realidad irreal, fantástica, íntima, creada por la autora, un caos cósmico interior, donde todo es posible.

Si bien las primeras creaciones poéticas de Ajmátova quedan enmarcadas en la corriente acmeísta, a mediados de los terribles años 30 se produce un cambio radical, una ruptura con el modernismo acmeísta, con su subjetivismo formal, que tacha de decimonónico todo aquello que no se atiene a sus normas. Es demasiado espantoso lo que sucede alrededor, en el mundo real, y, сomo reconoce la propia autora: «Me ha cambiado la letra, me ha cambiado la voz». Ajmátova sigue la tradición rusa del Siglo de Oro, con un discurso poético comprometido, cumpliendo esa función cívica que desde siempre ha caracterizado a la literatura rusa: ser la conciencia de su época, la voz de su pueblo. Y Ajmátova lo es. Es la voz trágica de Rusia.
 
  María Sánchez  
 
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